En las últimas décadas, el mundo ha experimentado un crecimiento urbano sin precedentes: según el Banco Mundial, en 2018 el 80% de la población española vivía en ciudades y se prevé que este porcentaje llegue hasta el 88% en 2050.
Esta situación nos presenta dos grandes retos:
- Reflexionar sobre cuál es el papel de las ciudades frente al cambio climático.
- Frenar su desarrollo incontrolado y reducir el impacto ambiental de las energías no renovables, ya que, en muchos casos, provoca que las ciudades sean más vulnerables a la contaminación, los desastres naturales y el crecimiento de barrios marginales.
En este contexto, cada vez más núcleos urbanos apuestan por un nuevo modelo de ciudad sostenible, las «Green City”, que incorporan la arquitectura urbana, impulsan las energías limpias y protegen los recursos naturales.
¿Es lo mismo una Green City que una Smart City?
Las ciudades innovan continuamente para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
De hecho, el concepto «Smart City» o ciudad inteligente ya está integrado en nuestro vocabulario.
Con él, hacemos referencia a un sistema complejo e interconectado que aplica las nuevas tecnologías para gestionar los sistemas de transporte público y privado, el uso de recursos energéticos o hídricos, y aspectos socioeconómicos como la vitalidad de los espacios públicos y del tejido comercial, o la comunicación de incidencias a habitantes.
Las ciudades inteligentes son una respuesta eficiente, que busca el equilibrio entre personas, instituciones, naturaleza y tecnología.
Las Green City, por su parte, van un paso más allá porque ponen la sostenibilidad en el centro.
Ambos conceptos, Smart City y Green City, están íntimamente relacionados.
Sin embargo, mientras las primeras se edifican pensando en el futuro, las últimas tecnologías y la transformación digital, las segundas se centran en el uso de los recursos y el autoabastecimiento.
Green City: características
Una Green City es una ciudad capaz de autoabastecerse energéticamente y de reutilizar sus residuos.
Además de gestionar correctamente sus espacios verdes y sus recursos naturales, este nuevo modelo de ciudad también debe cumplir una serie de principios basados en la búsqueda del equilibrio entre eficiencia energética y sostenibilidad.
Otras de sus características son:
- Usa medios de transporte sostenibles (transporte público, movilidad eléctrica, etc.) y facilita los desplazamientos sin coche.
- Mantiene y aumenta los espacios verdes de uso público y privado.
- Fomenta la economía circular.
- Mejora la calidad de vida de sus ciudadanos promoviendo el empleo digno.
- Optimiza la conservación del agua y la gestión de las aguas residuales.
- Apoya la agricultura urbana.
- Implementar la arquitectura verde.
Además, una Green City no tiene por qué ser verde en el sentido literal: no significa que todo esté cubierto de plantas o que los edificios de formas futuristas «se pierdan» entre la maleza, si no que la definición se centra en los avances que realiza en beneficio de la sostenibilidad a través de la arquitectura, las nuevas tecnologías, las energías limpias o el componente social.
Presente y futuro de las Green City
La Green City es un ejemplo de ciudad colaborativa, porque en su desarrollo y mantenimiento, están involucrados diferentes agentes sociales (gobiernos nacionales y locales, empresas privadas, ciudadanos y distribuidores de tecnologías smart).
Actualmente, ya contamos con ejemplos de ciudades verdes, como Reikiavik, Mälmo o Vancouver: la primera ha realizado grandes avances en movilidad urbana gracias a sus autobuses de hidrógeno; la segunda cuenta con muchos barrios residenciales con un diseño energético innovador; y en la tercera, el 90% de la energía proviene de fuentes renovables.
Algunas ciudades suizas, como Zúrich, Lausana o Friburgo también son pioneras en este sentido.
Pero ¿Qué pasará en el futuro?
La planificación de las ciudades del mañana debe huir de las metrópolis deshumanizadas y poner a los ciudadanos en el centro, y las Green City encajan dentro de esta idea gracias a un diseño sostenible y al uso de la inteligencia artificial y el internet de las cosas (IoT).
Porque, aunque cada ciudad interpreta el concepto de «ciudad verde» a su manera, todas recogen sistemas de gestión para que los edificios consuman y produzcan energía simultáneamente gracias a las Smart Grids, redes de distribución eléctrica inteligente que incorporan tecnología digital para realizar una comunicación bidireccional entre la instalación y el usuario.
Otros de los objetivos que las ciudades verdes deben plantearse para su futuro más próximo son:
- Mejorar la calidad del aire de la ciudad.
- Mejorar la calidad de las masas de agua y optimizar su uso.
- Proteger la naturaleza y la biodiversidad urbana promoviendo la extensión y la calidad de las áreas verdes y/o la restauración de los ecosistemas en peligro.
- Avanzar hacia una economía circular que reduzca los residuos, mejore su gestión y aumente la reutilización, la reparación y el reciclaje.
- Reducir al máximo la contaminación acústica.